Martí en sus libros (Segunda parte)* + Vídeo
Por: Aymée Ma. Borroto Rubio
(Publicado en Periódico Cubarte, 18 de mayo de 2018)
“De mis libros no le he hablado. Consérvenlos; puesto que siempre necesitará la oficina, y más ahora: – , o cosas de América, a fin de venderlos pa. Cuba en una ocasión propicia, salvo los de Historia de América –geografía, letras, etc.- que Vd. dará a Carmita a guardar, por si salgo vivo, o me echan, y vuelvo con ellos a ganar el pan.”
En lo que se considera su testamento literario, la carta que escribiera a Gonzalo de Quesada desde Montecristi el 1 de abril de 1895, Martí indica el camino para sus libros. Siguiendo este deseo, y con la devoción de siempre, Carmen Miyares guardó celosamente lo más preciado de la colección durante veinticinco años, y la puso después en manos de Julio Villoldo, quien, a su vez, la entregó a Emilio Roig de Leuchsenring, en cuya oficina estuvo resguardada por cuarenta y ocho años, hasta 1968, en que conforma parte de lo más estimado en la recién inaugurada Sala Martí de la Biblioteca Nacional de Cuba.
Pero no fueron solo investigadores y personas cercanas al Apóstol quienes contribuyeron a que los libros llegaran hasta el presente. Otros muchos coadyuvaron al empeño, y de esta forma ejemplares que habían sido vendidos o donados también hoy están en la colección; tal es el caso de un libro en el que se leen dos dedicatorias: una, escrita por Juan de Dios Peza a Martí, y la otra de Mercedes Scotch que, al comprarlo en 1927 en una librería de uso al precio de diez centavos y ver que pertenecía al Maestro, lo entregó a la Biblioteca Nacional.
“Un libro, aunque sea de mente ajena, parece cosa como nacida de uno mismo, y se siente uno como mejorado y agrandado con cada libro nuevo.”
Personas naturales y jurídicas, quienquiera que tuvo los libros en sus manos, trató de repararlos utilizando los más diversos medios y materiales. Gracias a eso, cuando se crea el Departamento de Conservación de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, llegó allí la colección. Fue tarea prioritaria conocer la cantidad de documentos en mal estado de conservación, las características, sus tintas, la constitución del papel, restauraciones anteriores… para ello, se aplicó un método cubano, DIAGNOS, realizado por especialistas del Instituto de Historia de Cuba con el objetivo de trazar, a partir de los resultados del diagnóstico, una estrategia de restauración y conservación de los documentos en soporte papel.
Se precisó una exhaustiva investigación sobre las características de las ediciones originales del siglo XIX, a fin de salvar en los libros de Martí todo lo posible de como fueron siempre. Fue también una estrategia archivística, dada la necesidad de restaurar según lo planificado por el Centro de Estudios Martianos para enfrentarse a titánica tarea: la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí, que en la actualidad ya tiene a disposición del público los primeros veintisiete tomos.
“Un libro nuevo es siempre un motivo de alegría, una verdad que nos sale al paso, un amigo que nos espera, la eternidad que se nos adelanta, una ráfaga divina que viene a posarse en nuestra frente. Tendemos involuntariamente las manos hacia toda obra que nos es desconocida, como involuntariamente tendemos siempre el alma en busca inquieta de la gran verdad”.
*Este texto incluye el resultado de las entrevistas realizadas por la autora a la Dra. Ana Sánchez Collazo, a la Lic. Raisa Ruiz Arias y a los especialistas del Departamento de Conservación de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado para el programa Punto de Partida, un producto audiovisual del Centro Nacional de Superación para la Cultura del Ministerio de Cultura y el Canal Educativo de la Televisión Cubana, con el coauspicio de la Cátedra Unesco Cultura y Desarrollo. Todos los textos marcados en negritas corresponden a José Martí.